De joven me crié en la fe Católica. Luego me dio una etapa en la que quise probar desde los que no comen cerdo, hasta los que reparten Atalayas. Cosas de gente joven buscando identidad.

Hoy día he vuelto al redil de la misa los domingos, pero si me invitan a un círculo de oración cristiano… ¿Por qué no?

Mi tía Lucinda -que en paz descanse- era muy, pero muy religiosa. Ella no nos decía que nos iba a venir a buscar la policía o del cuco que sale de noche (como toda familia “normal” de aquella época para asustar a los niños). Ella decía:

“Papá Dios te está mirando”

Entonces yo me imaginaba a este viejo con barbas, que sentado en una nube, estaba esperando verme tropezar para mandarme su “fuego consumidor”.

Por eso me puse rebelde y le hice reverencias al gordito calvo de una religión oriental. También me junté con gente con la cabeza rapada y panderetas, solo porque me gustaba el ritmo y la música.

En aquel entonces todo eso era considerado como una declaración de guerra a la familia, a la iglesia, al sacerdote que me bautizó y hasta las monjas que me enseñaron a tejer.

La ventaja de que me dieran por loca fue, que me dio la libertad de explorar. En esta Semana Santa que se aproxima, les quiero dejar lo que aprendí más allá de cada religión:

  1. Los seremos humanos NECESITAMOS algo en qué creer. Eso que escojamos alimentará nuestra esperanza en los momentos difíciles.
  2. Somos llamados para hacer el bien. En todas las religiones que yo conocí, ese era el factor común: No dañar, siempre ayudar.
  3. Todo el mundo se equivoca. Humanamente hablando, todos, en mayor o menor grado, pecamos. Por eso no podemos tener una expectativa muy alta en otro mortal. Ningún líder debe ser santificado.
  4. Y finalmente, “El que busca… encuentra”. Y no, no me refiero a revisarle el celular a su pareja. El que busca la paz o una respuesta en la divinidad, recibirá hasta lo que no desea escuchar. En términos bíblicos:

”Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”, Mateo 7:8

El que tenga oídos para oír… 😉