“El distanciamiento social no va a ser impedimento para que la gente se salve”

Su voz es calma, su alabanza consuelo y su fe esperanza. Por eso, Samuel Hernández, querido y aplaudido -local e internacionalmente- ha logrado elevar manos al cielo, tanto en la iglesia, como en la calle; tanto en el choliseo, como en el tapón de las 5:00 pm.

Por algo la canción “Levanto mis manos” se convirtió en la primera alabanza de música sacra que logra estar por más de 6 semanas consecutivas en la posición número uno en la radio secular.

Pero su ministerio va más allá de la voz y el canto. Como persona ha mostrado sensibilidad social, al apoyar espiritualmente a cuántos enfermos, adultos mayores o familias completas acuden a él en medio de tragedias, dolor o desesperanza. 

Por eso, para la portada del mes de abril, y en coincidencia con la Semana Mayor, te traemos en portada su historia, testimonio y mensaje. ¡Qué lo disfruten! 

  1. Hace unos años tuviste un accidente serio, en el que los médicos te dijeron que no podrías caminar.  ¿Qué significó ese milagro? ¿Una enseñanza de la grandeza de Dios o un compromiso de agradecimiento eterno? 

Es una combinación de las dos cosas. El accidente ocurre cuando me gradué de la universidad (estudié mercadeo y contabilidad) que estaba grabando mi segundo disco. Me fracturé el fémur en varias partes, por lo que me pusieron múltiples tornillos, perdí muchísima sangre y estuve a punto de perder la pierna. 

Luego de eso, puedo decir que Dios me sanó, me puso un hueso nuevo, al nivel que dos o tres meses después del accidente me volvieron a operar para sacarme los tornillos; porque Dios ya había unido y restaurado los huesos. 

Aunque ya yo venía con el llamado de Dios desde que estaba en la barriga de mi mamá, yo no me había apresurado en responder, hasta ese momento. A veces Dios te guía, te dice “te voy a llevar a las Naciones” y Dios bien no ha terminado de hablar cuando la gente ya tiene los boletos comprados. Yo no apresuro las cosas, yo espero el tiempo de Dios. 

En mi caso, desde que recibí el milagro, no volví a trabajar secularmente. Desde ahí me dediqué totalmente al ministerio de música cristiana. Un nuevo comienzo en lo que Dios quería para mi.

2. A solo semanas de su lanzamiento, el tema “Levanto mis manos” se ubicó en la primera posición del Top Ten y allí se mantuvo por 12 semanas consecutivas. Has ocupado primeros lugares, por semanas y semanas. ¿Cómo manejas la fama, sabiendo que Jesús es el único digno de toda gloria y toda honra? ¿Cómo recibes los aplausos y el reconocimiento que te ha concedido tu ministerio?

El año antes de “Levanto mis manos”, había lanzado una canción que fue muy conocida, que decía así (canta con su guitarra):

“Llegó Jesús, llegó el poder, autoridad, llegó la unción”….

Esa canción estuvo 21 semanas consecutivas en la posición número dos en el mundo cristiano. 

Con “Levanto mis manos” recuerdo que yo iba de camino a Aguada y la escuché en el top ten de la radio secular.  A Dios sea la gloria. 

De ahí me convertí en el primer cantante cristiano latino en llegar a los Billboard. En vez de sentirme grande, siempre me sentí pequeño.  

Yo me encontraba en un mundo nuevo. Pero aún caminando en alfombra roja con artistas como Ricky Martín o Daddy Yankee, yo mantuve los pies en la tierra porque desde el comienzo he mantenido contacto directo con el público, visitando enfermos en sus casas o en hospitales. Yo siempre supe que Dios quería que yo hiciera eso para SALVAR, no para exaltarme a mi, ni para que mi nombre fuera grande ni para que me olvidara de él. 

Por ejemplo, mucha gente que viene de EEUU quiere ir a “la iglesia de Samuel Hernández” y se sorprenden de que es la misma iglesia de madera en Santurce que siempre he asistido.

Siempre recuerdo la anécdota en el Choliseo de Puerto Rico, con Wisin y Yandel, Hector El Father, José Feliciano, Don Omar, entre otros. Yo pensaba: ¿Dónde me he metido yo?

Cuando empezamos a cantar Levanto Mis manos… Aquello empezó a temblar ¡Imagínate!… Dicen: “Dios no está en esos lugares”; pero la presencia de Dios va conmigo. A él sea la gloria. 

Yo puedo ver que Dios ha sido bueno, sin yo buscarlo, sin quererlo, él nos ha llevado a lugares que ni soñamos, con un mensaje de fe y esperanza (se le quiebra la voz, llora). 

¿Cómo manejamos la fama?

Con los pies en la tierra, siempre dándole la gloria a Dios. Todavía es la hora que una jovencita que hacía videos con regueatoneros, y que se encuentra en Orlando y que estuvo deambulando, me escribe y me dice: “Ora por mi”. Nuestro ministerio la contactó, oramos por ella y hoy me envió un video soltando lo que la ataba, las sustancias controladas a la basura…Y yo sigo llorando. Yo no me dejo de emocionar. No dejo de sentir que es el Espíritu Santo obrando. 

3. A través de la música secular, posiblemente, recibirías mayor remuneración económica. ¿Lo has considerado? Si no… ¿Por qué?

Nunca. Porque aprendí a confiar en Dios. 

Soy el único cantante local con ocho familias que sostener. Gente que trabaja conmigo directa o indirectamente; y Dios ha provisto.

 En 2018 mi agenda estaba llena de eventos y conciertos. Un día, en uno de esos, vino a mi una viejita de Lares y me dice: “Se está muriendo una señora en mi pueblo que sueña con conocerte antes de morir”. Yo arranqué para allá a las 5:00am. Me llevé a mi hijo Samuelito y cuando llegamos empezamos a llorar y a sentir una fuerte unción. 

Para ese momento yo estaba orando por una oferta económica que una radio cristiana me había hecho, más otras en Televisión. La primera oferta superaba los 6 dígitos. Era mucho dinero. 

Pues cuando llego a esta casa de madera, humilde, que empezamos a llorar,  escucho la voz de Dios dentro de mi, a través del Espíritu Santo que me dice: 

“Déjalo todo y vete a abrazar los ancianos en las casas. Vete a los hospitales a abrazar a los enfermos”.

Cuando salgo de ahí, renuncié a todo. ¿A la oferta de 6 dígitos?, no la quiero. 

Estoy donde no se me paga, donde no se venden discos, donde Dios quiere que esté. 

Yo me dedico a abrazar la gente.

Mis empleados han seguido conmigo. No he tenido que suspender a nadie.

¿Qué como voy a vivir? ¿A pagar la casa?

¿Pagar la leche de los nenes?

Confiando en Dios. No nos ha faltado absolutamente nada. 

4. Muchas personas temen asistir a una iglesia y entregarse al Señor, ya sea por miedo a fallar, por vergüenza o por la transformación que pueda tener en su vida.  Sin embargo, tus canciones son conocidas entre creyentes y no creyentes. ¿Eres un adorador que vive para estrechar su relación personal con Dios o un pescador de hombres que sale al mar con su red de canciones?

Ambas cosas. Tengo una relación personal bien profunda que la cultivo grandemente y me voy afuera, a tirar la red para que la gente venga a los pies de Cristo. 

Hay mucha gente que, por su condición pecaminosa no se atreve a buscar de Dios. Pero, ¿Qué Dios hizo con Taína?, por ejemplo . El Gángster me dijo: “Yo creo en el Dios que tú le sirves, ven a orar por Taína que se está muriendo”. 

De camino al canal escribí la canción: 

(Canta con su guitarra):

“Si le crees a Dios, la montaña se moverá…”.

Oramos, Dios salvó a Taína y por 5 años ella se dedicó a predicar la Palabra. Se convirtió allí. 

Dios es tan grande que no se limita a la iglesia, llega a donde tú estás; porque él quiere abrazarte, quiere salvarte, que llegues, estés como estés porque te ama con todo y que seas pecador. 

5. Alguna vez has levantado las manos en señal de derrota, en vez de victoria? ¿Se ha puesto a prueba tu fe, al punto de decir: “Me rindo”?

No. Siempre las he levantado con fe. Dios me ha ido equipando, dando las herramientas antes de las pruebas. 

Hasta aquí, con pandemia, terremotos y huracanes, nos ha ayudado Dios. Nos libró, nos cuidó, nos sostuvo.

6. Has impactado a la juventud puertorriqueña a través de la música sacra. Aun no llegas a los 55 años. Desde tu posición y tu generación, ¿que mensaje le darías al público Baby Boomers en Semana Santa?

Mira, cuando empezó la pandemia yo no quería usar mascarilla porque no podía gritarle a la gente que los amo. No podía abrazar a la gente por el distanciamiento… Yo me sentí frustrado. 

Yo dije: “No cuenten conmigo así”. Eso lo dije en enero. Estuve un año sabático sin cantar porque sentía que no podía con eso, hasta que Dios me dijo: 

“Cuando yo morí por ti en la cruz, no tenía en mi boca una mascarilla pero tampoco te grité que te amaba… Pero me entregué por ti. Tenía las manos clavadas en la cruz. Yo no te abracé… Pero mi amor te abrazó. 

Cuando morí había distanciamiento social; porque los 12 discípulos no estaban. A los pies de la cruz estaba mi mamá y mi discípulo amado Juan. Entre ellos y yo habían 6 pies de distancia…

Deja la excusa Samuel, me dijo. La mascarilla y el distanciamiento no van a impedir que mi poder se mueva. No van a impedir que la gente se salve”.

Desde entonces para mi ha sido vital el acompañamiento, el llorar con los que lloran, el reír con los que ríen. La verdad es que cuando yo voy a un funeral de gente sin esperanza yo salgo cargado; pero cuando alguien muere en Cristo, qué hay una esperanza de un reencuentro, salgo edificado. 

La enseñanza de esta pandemia ha sido clara: Aprender a confiar en Dios. 

… Y mi mensaje: Que alimenten la fe; porque en ti va a dominar lo más que tú alimentes. Cuando tu alimentas la fe, la duda se muere de hambre. 

Segundo, encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará. 

Tercero, no te desesperes si ves que Jesús no te habla en la barca. En el silencio él está ahí aunque no lo veas, aunque no lo sientas, él está ahí. Va hacia a ti a calmar la tempestad, que tú, con tu propia fuerza no puedes calmar. Él te dice: “Saca las manos del timón, que yo voy a tomar el control”. Cuarto, permitan que Dios los ame. En esta Semana Santa recuerda, que cuando eras tú el que tenías que morir, él tomo tu lugar, porque NADIE te ama como te ama Dios.