Por: Yaelie Cuadra Flechas, MSW MPsy
Lic en Consejería. Psicológica y Trabajadora Social Clínica
Llega la Navidad, despedida de año, reuniones familiares y todos los encuentros que nos invitan a disfrutar, pero muchas veces también a reflexionar en lo que pasó el día tal, lo que nos hubiese gustado que pasara, las personas que nos acompañaron hasta un punto del camino y de repente ya no están. También recordamos nuestras promesas -tal vez sin cumplir, a pesar del esfuerzo- y decidimos “renovar el contrato” con nuevas promesas.
Es un ciclo, que en los adultos mayores puede ser mucho más complejo por el factor tiempo. Sus memorias abarcan desde mucho más atrás… Por eso se vuelven presa fácil de la melancolía, no solo por los que ya no están, sino también porque en esta etapa están mucho más conscientes de que algún día ellos serán los que no estarán.
Siempre escuchamos y en el consciente sabemos que la muerte es inevitable, que todos vamos a morir y que lo ideal sería morir después de los 100 años, durmiendo plácidamente en la cama. La realidad es que es mucho más fácil decirlo cuando se es relativamente joven y se sabe que en teoría o en términos cronológicos, todavía faltan muchos años.
Cuando sienta que la melancolía interfiere con la plenitud que va a vivir en las festividades, dedique un momento para reflexionar sobre el legado de recuerdos y enseñanzas que quedarán vivos en el seno familiar. Puede permanecer mucho de cada persona, después su partida.
Aquí, algunas ideas para aprovechar el tiempo en familia, y a la misma vez sumar un recuerdo, una historia.
Continuar con esa huella que será la mejor herencia: Escriba en papel las recetas que la familia mas disfruta de usted. Puede hacerle un dibujo bonito o escribirla de una manera jocosa.
Involucre a los nietos en un “taller” de adornos de Navidad para el árbol. Busquen ideas en internet, reciclen materiales y asegúrense de plasmar su firma y fecha.
“Maratón” de anécdotas. Si quiere honrar la vida de alguien que extraña, escoja un momento adecuado para recordar momentos que los hicieron reír. Recordar, es volver a vivir; y reír suma calidad a los días presentes.