Mi vecina Evelyn y yo tenemos una relación que parece buena pero carece de confianza. Piense un momento si usted tiene un vecino así… Se saludan, se ven en la iglesia los domingos, pero si un día llegas en un carro desconocido saca la cabeza por la ventana para averiguar qué marchante te está trayendo de noche a la casa. 

Este prototipo de vecina, siempre deja caer comentarios pasivos agresivos, tipo:

Tú jardín está muy bonito, pero como qué hay que podar esas plantas ya. 

Encontré caca en la acera. Tú siempre recoges la que hace tu perro, ¿verdad?

¿Tú hijo todavía no está trabajando? ¿No se va a casar? ¿No te va a dar nietos?

Pues así es Evelyn. El otro día me tocó la puerta, “casualmente” cuando tenía la visita de un viejo amigo. Llegó con la excusa de traerme un dulcito de coco recién hecho por ella y no se fue de la casa hasta que no le presenté a Pancho y le expliqué quien era. 

Decidí tener el agrado de compartir el dulce con mi amigo y continuamos hablando y degustando esa delicia puertorriqueña. El primero en dar señales fue él. Quien empezó con un brillo extraño en la frente y a mostrarse incómodo en la silla. Se paró de repente y dijo:

  • Josefina, me tengo que ir rápido que olvidé un compromiso. 

Se esfumó, no sin antes dejar un rastro apestoso en su camino. 

Quedé atónita, hasta que yo misma fui víctima de los mismos retortijones. Tuve tiempo de llegar al baño y dar alivio a mis intestinos adoloridos.

Si bien es cierto que el coco tiene sus “propiedades laxantes”, no es menos cierto que no confío en la generosidad de mi vecina, y todavía me ando preguntando si fue casualidad o ganas de lo que ustedes ya saben. 

Pero para demostrarle que su dulcito de coco no me derrumbó, la invité este fin de semana al Taste Food Fest en Plaza Las Américas, donde allí sí me daré vida probando todo lo rico de nuestra gastronomía puertorriqueña, con la seguridad de que si se me vuelven a aflojar las tripas no será por falta de calidad sino por exceso de gusto. 

Dicen que por la boca muere el pez. A esta sirena nada la detiene. ¡Buen provecho!