Por: Dennis Ríos Román

Doctor en Psicología

“Mas sabe el diablo por viejo que por diablo” es un refrán muy popular, que durante muchos años se ha escuchado y que aprendemos a repetir una vez llegamos a la edad adulta. A su vez intentamos que los más jóvenes se lo apliquen, sin interiorizar, que nosotros, para llegar a interiorizarlo y entenderlo, tuvimos que caminar por muchos senderos, atravesar muchas vicisitudes y obviamente vivir algunos años, que los más jóvenes aún no han vivido.

Si bien es cierto que nuestros adultos mayores son las bujías y los pilares de un núcleo familiar. También son aquellos que mas tienden a preocuparse por situaciones que pudieran poner en riesgo la estabilidad de la vida, tal y como la conocemos. Nuestros adultos son aquellos a los que se les pregunta de prácticamente todo en una familia, esperando que puedan contar con respuestas inmediatas. En ocasiones cuentan con la mayoría de las contestaciones esperadas por los menos conocedores y en otras ocasiones, por aquello de satisfacer la curiosidad y poder aportar en lo que se les está ocupando, simplemente, desde su experiencia, brindan respuestas, que, aunque no son totalmente comprobadas y medibles, ayudan a mitigar la necesidad del más joven.

Sin darnos cuenta, le ejercemos unas presiones, que, aunque no son nocivas, le motivan al deseo de aprender y mantenerse informados. De esta manera, se sigue contando con la colaboración y aportación del adulto mayor en las reuniones familiares.

Recientemente, el mundo se ha enfocado en el conflicto bélico que está ocurriendo en Ucrania y no es de extrañarnos, que nuestros adultos mayores, sientan de manera muy impactante todo lo que pudiera conllevar este conficto.

La historia nos dice que siempre han ocurrido guerras y posiblemente haya otros conflictos en los años venideros, pero los mas jóvenes, no conocen directamente cuanto ha impactado a la vida en general este tipo de eventos, poniendo nuevamente en manifiesto el conocimiento del adulto mayor en este plano. La Primera y la Segunda Guerra Mundial, el conflicto en Corea, Vietnam, Irak, Afganistán, hasta hoy día con Rusia y Ucrania, por mencionar algunos de los conflictos más cercanos a nosotros y dentro de innumerables conflictos a través de los años, son algunas de las experiencias que nuestros adultos mayores han escuchado, han leído o han vivido en primera persona, si en algún momento pertenecieron al ejército o a la milicia.

Partiendo del refrán con el que comenzamos este artículo, nos parece importante mencionar algunas alternativas para poder manejar con mayor asertividad este tipo de eventos relacionados a la guerra en la etapa de vida del adulto mayor. Le ayudará al mismo adulto a tomar control de los eventos y a su vez podrá seguir ayudando, como siempre, a los suyos.

Escuchar noticias es importante, pero no sobre exponernos a los medios.

El sobre exponernos a los medios nos eleva los síntomas de tensión, estrés y por ende genera cierta ansiedad. No olvidemos que algunos de los medios de noticias, más allá de informar, tienen como objetivo ganar una audiencia de televidentes o radioescuchas, por tanto, pudieran desproporcionar la realidad, magnificándola o tergiversándola, lo que genera aflicción. Esto es lo que se conoce como prensa amarillista.

Sacar grandes cantidades de dinero de bancos para guardarlo en la casa no es recomendable.

Muchas personas salen corriendo a los bancos para hacer retiros de grandes cantidades de dinero por temor a que haya algún colapso en el aparato tecnológico, no puedan utilizar su dinero o mas aun, perderlo. Esta práctica de tener grandes cantidades de dinero en efectivo guardados en las casas, bajo los colchones de las camas, o en algún armario, pudieran traer consecuencias como, por ejemplo, que el dinero sea robado o perdido con mayor facilidad, generando otras crisis mayores en la vida de una persona.

Gastar gran parte de el dinero en efectivo en compras exageradas de alimentos y agua.

Es  de conocimiento popular que en momentos de guerra, muchas personas temen a que no se pueda contar con abastecimientos necesarios de alimentos y agua, por lo que se incurre en compras excesivas, trayendo como consecuencia, que una vez finalizado el conflicto, la comida que se compró en exceso, también termina en la basura, ya que la mayoría de los alimentos tienen fecha de expiración o por otra parte, terminemos comiendo por el tiempo subsiguiente todo lo que se compró en exceso y que regularmente son alimentos enlatados, con un alto contenido de sodio y preservativos, causando otros malestares de salud en nuestros adultos mayores.

Filtrar la información que religiosos o religiosas nos traen sobre la guerra.

Algunas personas entienden que la mayoría de las guerras, pandemias, asuntos de criminalidad y/o eventos atmosféricos, están pre escritos en los distintos libros espirituales y que ya están profetizados. Por lo que se recomienda, que independientemente de su denominación espiritual y respetando la libertad de cada persona, se puedan reunir con aquellos consejeros espirituales, pastores, sacerdotes o guías de la religión que profese, para que les pueda ayudar a canalizar sus miedos, preocupaciones y posibles desánimos ante una guerra.

Busque ayuda profesional en el área de la salud emocional.

De entender que estos asuntos de conflictos bélicos o guerras le afectan en su diario vivir, en su toma de decisiones, en sus hábitos de sueño o de alimentación, es importante coordinar una cita con algún psicólogo, quien luego de evaluarle, determinará el tratamiento mas adecuado para manejar las quejas que esté presentando, ya sea mediante un proceso terapéutico o mediante algún referido a otro tipo de evaluaciones para posibles tratamientos psicofarmacológicos, en los casos mas agudos.

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Dennis Ríos Román

Doctor en Psicología

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