Por: Yasmín Mejías
Hay un muy reconocido reguetonero que se hace llamar el sobreviviente. Sé que su generación ha sobrevivido muchas cosas, pero entonces pienso que los Baby Boomers somos más que sobrevivientes, somos súper sobrevivientes.
Ese grupo de personas que nacimos luego de la segunda guerra mundial y que hoy somos la tercera edad, edad de oro, jóvenes de oro, etc. Si porque nos han puesto mil nombres para no decirnos “viejos”, porque muchos vemos el término “viejo” como peyorativo. Acá, en occidente, donde vivimos lo viejo se bota, se desprecia, se desvalora. Debemos aprender de los orientales, que honran la vejez y la escuchan.
Hoy día, las generaciones posteriores a la nuestra, nos culpan de todos los desastres políticos y sociales que enfrentan y les tengo noticias. Los desastres políticos y sociales, no les pueden ser atribuidos a ninguna generación en particular. La corrupción política y social la hemos visto desde la creación misma del ser humano, y por lo visto estará ahí hasta el fin de los tiempos.
Lo que hoy quisiera que quedara meridianamente claro es que nuestra generación tuvo que enfrentar muchos retos. Nuestros soldados regresaron a casa diferentes, alterados, heridos, ansiosos, deprimidos. Nuestras mujeres tuvieron que agregarse a la fuerza trabajadora y comenzar a adquirir conocimiento y destrezas en un mundo desconocido, hasta llegar hoy a ser parte integral de la fuerza trabajadora, aunque aún con desventajas salariales y de condiciones de trabajo, pero de eso hablamos en otro momento.
Somos una generación de reconstrucción y edificación. Trabajamos incansablemente para que el país se levantara y muchas veces no supimos hacer el balance en el tiempo para nuestras familias.
Muchas mujeres, ya económicamente independientes, decidieron no tolerar maltratos y vejaciones de sus parejas y decidieron por “Divorcio”, una de las decisiones más difíciles y que más marcas deja en el núcleo familiar, aunque nos cueste admitirlo.
En nuestro afán por reconstruir el país y la sociedad, nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestras emociones. Nos olvidamos que somos seres espirituales, creados a imagen y semejanza de nuestro Creador. Nos olvidamos de que no fuimos creados para la gran carga de stress con la que vivimos. Las epidemias modernas; diabetes, hipertensión, depresión y ansiedad, están relacionadas al stress.
Vemos familias destruidas, hombres y mujeres arrepentidos por decisiones tomadas en un momento de gran presión, sin tener la válvula de escape, el volcán que liberara la presión y les permitiera tomar una decisión que afectaría el resto de su vida, pensada con calma y ecuanimidad. Hoy nos damos cuenta que el stress nos ha traído a un mundo con más longevidad, pero enferma, poli medicada y ansiosa, enfrentando una nueva realidad, donde la tecnología es quien domina. Hoy vivimos en un mundo que cabe en un pañuelo y en el que lo que pasa en el lugar más remoto, en minutos es de conocimiento mundial, es “viral”.
Mi invitación en este tiempo, cuando enfrentamos la pérdida de amigos y familiares amados, no solo por la pandemia que también nos ha tocado sobrevivir, sino porque ya nos está tocando el tiempo natural de partir, que dediques tiempo a tu espiritualidad. Dedica tiempo a desarrollar tu vida espiritual, a perdonar a otros y sobre todo a perdonarte a ti.
El pasado no lo podemos cambiar, pero si podemos cambiar el presente y el futuro. Pide perdón, reconoce que en tu caminar has cometido errores y has lastimado a personas importantes en tu vida y a quienes pedirles perdón les sanará y a ti te liberará. Ama cada día como si fuera el último, porque en realidad no sabes si en efecto, será el último.
Por último, conecta tu espíritu con tu Creador. Conoce a tu Creador y a través de Él, conócete a ti mismo. Jesús dijo “ama a tu Prójimo como a ti mismo”, por lo tanto, para poder amar a otros, tenemos que aprender a amarnos a nosotros mismos. He descubierto que para amarnos la mejor manera es a través de los ojos de Dios. ¿Por qué a través de Sus ojos?
Porque Su amor por ti y por mi fue tan poderoso que Lo llevó a entregar a Su hijo para redimirnos. Cuando pienso en mí, en lo frágil y vulnerable que soy, no encuentro una mirada más llena de amor que la de Dios, y definitivamente deseo verme a través de Sus ojos.
Conectarte espiritualmente con tu creador no eliminará las situaciones que enfrentas día a día, no quitará los problemas ni borrará como por arte de magia el dolor que enfrentas; pero te dará la paz y la sabiduría para enfrentar cada día, confiando en que Él está en control y puedes reposar en El.
Dice el Evangelio según San Mateo, capitulo 6 y verso 34:
“Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas.” (V. La Biblia de las Américas)
Vive cada día como si fuera el último, exprímelo como a una naranja y saca de cada día el mejor zumo. Confía en Dios y en su amor y prepárate para que cuando tengas que partir de este mundo, hayas dejado huellas de amor y sabiduría, que solo un súper sobreviviente podría dejar.
Me gustan mucho los artículos. Soy del 1965 y me considero dentro Baby Boomers.