Por:  Freddie Agrait/ TecnoAbuelos

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Los años dejan mucho más que arrugas y canas. Las décadas otorgan conocimiento, sabiduría, y madurez intelectual, capacidades que dan al adulto habilidades para enfrentar retos y buscar soluciones.   

Cada día vemos más altos ejecutivos, jefes de estado y hasta personalidades sentando pautas aún pasados sus setenta años, y algunos hasta sus ochenta. Las inseguridades quedaron atrás, al igual que el desconocimiento que se ha ido sustituyendo por discernimiento y habilidades concretas, especialmente en el análisis de situaciones adversas. Son también capaces de comunicar, y tienen mucho que decir.

No es por casualidad que desde el comienzo de la humanidad los mayores han tenido un papel protagónico. Han sido líderes de sus pueblos, respetados por su sapiencia. Son tantos los ejemplos históricos de gobernantes de pelo blanco que han guiado a su gente en momentos de grandes retos y también de prosperidad.

Y es con el nuevo milenio que la estampa de nuestros abuelos pasivamente meciéndose en un sillón mirando al horizonte viene a ser una estampa del pasado. Los adultos mayores de hoy tienen tanto o más deseo que las generaciones jóvenes de disfrutar y vivir su vida plenamente.

Esas ganas de seguir hacia adelante les han dado a los llamados “envejecientes” la increíble capacidad de continuar escribiendo páginas a través de las culturas y latitudes de nuestro planeta. Esas destrezas se manifiestan de muchas formas, con grandes aportaciones a la humanidad y con pequeñas muestras de sabiduría y de humor.

Cuando un periodista le preguntó al comediante George Burns, ya en sus noventa años como era su día, contestó: “Me levanto por la mañana, tomo el periódico y leo las esquelas. Si no veo mi nombre, desayuno.” Esa chispa y buenos genes llevó a este ícono de la longevidad a vivir exactamente un siglo.

No hay duda de que los adelantos de la medicina han tenido un impacto directo sobre este grupo, ya que viven más y con mayor calidad de vida. Según datos oficiales, en el 1910 la expectativa de vida en Puerto Rico no llegaba a la edad de 40 años. Ya para el 1950 sobrepasaba los 60 años y hoy día está por encima de los 80 años.

Pero para estas generaciones que han vivido tantas vicisitudes, calamidad y guerras, la gran pandemia del siglo 21 ha tenido un impacto negativo. Este ha sido el grupo donde más vidas se han perdido y la separación física los ha llevado a un aislamiento que se traduce en soledad. Pero muchos, han enfrentado sus miedos a la tecnología y han convertido a sus teléfonos inteligentes, tabletas y computadoras en su centro de comunicación con familiares y amigos. A diario se enteran de las novedades y comentan activamente en Facebook. Se integran a conversaciones e intercambian chistes en grupos de Whatsapp. En reuniones virtuales comparten y ríen con hijos y nietos. Se mantienen socialmente conectados y así activamente combaten la soledad, aprovechando las posibilidades que la era digital ofrecen.

Ya se ve luz al final del túnel con la vacuna contra el coronavirus. Y una vez esta terrible pandemia pase, esté grupo se levantará junto a todos los demás para ayudar a hacer de este un mejor mundo, donde su experiencia y sabiduría nutran a las generaciones más jóvenes hacia un mejor futuro.