Enero me entró “duro y curvero” -como decía una dominicana que me ayudaba en los quehaceres del hogar- Se me dañó el grifo de la cocina, me enfermé, me caí mapeando, y hasta se me perdieron unos chavitos en el supermercado.
Con tanta mala racha, mi reflejo en el espejo no mentía. ¡Estaba hecha leña! Fea para la foto y peor para el video. Por eso, cuando mi hija me dijo de hacernos unas fotos con los nietos en el patio, entre mis plantas y flores, no lo vi como algo bueno. Le dije que lo dejáramos para más adelante. El Día de las Madres, ¿tal vez? No quería lucir como trapo de cocina, pero ella insistió en que Rafaelito, mi nieto, quería hacer un video conmigo para sus redes sociales.
¡Ja! ¿De dónde sale tanto romance con la abuela?
Decidí cooperar a regañadientes y para mi sorpresa me reí un montón. Era domingo por la tarde… me sentaron en una silla plástica con la foto de mi difunto marido en la mano. Me reí mucho con sus ocurrencias de fotos, poniéndome del tingo al tango.
Ayer me enseñó el resultado y me dijo que se trata un “trend” de Bad Bunny. Yo, ni conozco el personaje ni sé qué cosa es un tren con una “d” al final. Lo que sé, viendo el resultado, es que todos lloramos en una mezcla de alegría y nostalgia.
Hoy puedo decir que ese conejo no es tan malo; pues me puso a mí, y a mi generación de moda. No sé cómo hizo para mezclar lo jíbaro del puertorriqueño con lo urbano de sus canciones, pero aplaudo a todos los nietos, que, como el mío, están rindiendo tributo en vida para no tener que decir: “Debí tirar más fotos”.