Los años pueden ser el mejor aliado para cualquier Baby Boomers. Ellos nos hacen olvidar algunos malos ratos, caras feas y nombres difíciles de pronunciar. 

Yo me excuso en mi mala memoria cuando quiero cortar un tema o hacerme la loca a conveniencia. Estamos viejos, pero no chochos.

En lo que el tiempo no ha jugado a mi favor es en el recuerdo de mi fiesta de 15 años. Fue en el patio de la casa -que era grande y mi papá le había dado una manita de pintura y puesto algunos detalles para su buena apariencia-.

La modista que tenía su taller al final de la calle fue la encargada de diseñar y confeccionar el traje más bello (e incómodo) que cualquier jovencita de esa edad podía soñar. 

Tuve mucho tiempo para imaginar mi fiesta “perfecta”. En especial, porque estaba invitado el muchacho que me gustaba. Yo estaba segura de que ese día, con mi pomposo traje rosa, el pondría sus ojos en mi. Y así fue. 

El primero en voltear a verme fue el. Nuestros ojos se encontraron en el momento preciso que el vestido se enredó en la pata de una silla en la que estaba sentado un señor bien gordito. Caí de frente. 

La corona cayó a los pies de mi estupefacto príncipe. El moño se fue de lado y toda la dignidad que cargaba en el alma, fue sustituida por una vergüenza que no me dejaba ni levantar la cabeza. 

El primero en tirar la carcajada fue el, ante el silencio de los demás… pero también fue quien me extendió la mano y ante su gesto, empecé yo también a reír como loca. Perdí el caché y por suerte, también la vergüenza. 

Ese día aprendí que, a veces, por mucho que planifiquemos y soñemos con que todo sea perfecto, -si no ocurre- queda aprender a reírse de los imprevistos. De hecho, pienso que los momentos inolvidables deben tener algo de caos.

Ahora, que vamos a celebrar los 15 años del Baby Boomers Expo, no puedo evitar hacer la conexión. Así como en mis quince años me di cuenta de que el verdadero disfrute está en la capacidad de adaptarse a lo inesperado, estos 15 años de jolgorio en el Expo nos recuerdan la importancia de celebrar la vida tal y como viene. Han sido quince años de entretenimiento, alegría y sorpresas. Y aunque algunas cosas no hayan salido como se planificaron, el espíritu de celebración y comunidad sigue presente.

Así que, este año, ya sea que te pongas tu mejor vestido (¡pero evita las sillas frente a la tarima!), o vayas con tu estilo más cómodo, lo importante es que disfrutes. 

Al final del día, nos quedamos con las risas y los recuerdos. En estos 15 años, es mucho lo que se ha construido y yo estaré ahí para celebrarlo. ¡Allá nos vemos!