Me llama Nilda, la más “echona” de mis amigas, para decirme que había ganado el concurso de una reconocida cadena de supermercados: “Tu primera compra del año”, valorada en $650 dólares. De más está decir que no se daba por nadie. Yo escuché atentamente su algarabía, sin envidia pero sin gran entusiasmo. Su “guillaera” alcanzaba para las dos.
Me dijo que si podía llevarla a las 2pm a recoger su premio. No pude negarme, más porque la considero mi amiga que por el six pack de salchichas Carmela que me ofreció (no quiero sonar malagradecida, pero si además agrega una bolsita de arroz, puedo -por lo menos- hacer una arroz con salchicha).
Volviendo al suceso del concurso, la recojo y la veo más vestida y pomposa que un pavo real. Todo el camino hablando de cómo Dios obra. Que eso es una señal de que el 2023 llegará pleno en abundancia. Juro que escuché la voz de mi madre decir: “coge un buche, muchacha”
Así quería decirle yo a Nilda: “COGE UN BUCHE”.
Llegamos. Entramos y… oh sorpresa.
La gerente nos informa que no existe tal concurso.
Nilda, ¿Qué exactamente te dijeron cuando te llamaron?
Ella, pálida, cuál paciente COVID, explica:
Me solicitaron el depósito de $100 reembolsables, que debía enviar por ATH MÓVIL para corroborar mi identidad…y ya.
¡AY, SANTO PADRE CELESTIAL! Exclamo yo sorprendida.
¡Tanto que te crees y tan ingenua saliste!
Ella, estupefacta, se veía más perdida que un surfista en Caguas.
Todo el camino de regreso iba Nilda calladita y pensativa. Creo que tuvo su primera lección del 2023.
Cuando llegué a casa me morí de risa y le di gracias a Dios por mi mente clara, mis anhelos grandes pero sin exceso de ambición, por la malicia adquirida con los años…. Porque no soy pendeja, digamos.
Hoy te invito a repetir conmigo:
“En el 2023 no seré una mamona. Vengo con todo, poderosa, arrasando… y sin frenos”