Si esta columna no la escribiera desde mi celular inteligente, -con su iluminación integrada- la estaría haciendo a la luz de las velas.  Nada romántico, si tomamos en cuenta el calor y los mosquitos. Y que vivo sola. Y que salgo todos los días a la planta de hielo a llenar la nevera para conservar lo mínimo necesario. 

Dos días antes de Fiona se apagaron todas las luces de mi calle. Luego supe que estaba en un bolsillo. Todo tuvo sentido. Estoy en el bolsillo, sí. Pero en el de Luma, Energía Eléctrica, el Gobierno y del de todo el que no hizo nada y pudo hacer después de María para fortalecer el sistema eléctrico de Puerto Rico, que no aguantó un huracán categoría 5 hace 5 años; pero tampoco a Fiona, categoría 1.

Siempre que les cuento mis hazañas y aventuras, lo hago desde el humor que vive y reina en mi. Sin esfuerzo me fluye. Pero hoy, a tantos días sin luz, no me huelen ni las azucenas.

¿Cómo salimos de un bolsillo apestoso que nos oprime cada vez más? Supe que cientos de Baby Boomers en San Juan no podían bajar las escaleras de pisos altos. Sin luz ni ascensor, dependieron de la gracia y bondad de ciudadanos voluntarios. 

Puerto Rico está lleno de Baby Boomers. ¡Somos la población más grande! Está repleto de gente buena que le mueve el amor y la compasión. El puertorriqueño es noble por su linaje de bondad que nace en las mismas entrañas de su tierra fértil, con el jíbaro, con los vecinos, con los trabajadores. Somos una comunidad valiosa que merece más de lo que recibe.

Los años y experiencias nos sirven para ver que la evolución y avances de la tecnología no necesariamente van de la mano con el desarrollo social de un pueblo. Qué bueno que no nos define ningún gobierno de ningún color, ningún huracán, ningún sistema eléctrico. Nos define nuestros valores y fuerza; pero cómo duele ser víctimas de un sistema ineficiente. 

En el silencio que me dejó el huracán reflexiono y rezo. Pienso y oro. Respiro y aspiro. Soy una Baby Boomer que se atreve a soñar por un Puerto Rico que no lo quiebre ni la corrupción ni los vientos huracanados. 

Sólido, firme, transparente.