El tema de todas mis vecinas es el Home + Garden Expo, el evento de Douglas, del 2 al 4 de mayo (en esta edición especial están todos los detalles).
Ana Inés quiere ver si consigue una orquídea diferente para su colección; a Evelin le dio con que quiere espantar los mosquitos con citronela y Martita dice que sin lavanda en el cuarto no duerme. Ellas van con una flor entre “ceja y ceja”.


Yo voy a ir para ver si en una charla de esas le puedo agarrar un brazote a Douglas. Pero a comprar flores, ¡jamás! Como mariposa que va “de flor en flor”. Con todas y con ninguna, pues cada una me recuerda un viejo amor. ¿No me creen?


Les doy el primer ejemplo con las rosas. Ellas me gritan José Antonio, quien fue el primero que me dijo “te amo” con una roja en la mano (de media docena que había comprado). Las otras cinco las repartió entre 5 nenas más de mi calle. Las rosas son como ese viejo amor: Bellas por fuera, pero si te acercas mucho, ¡Pam!, ¡te clava! (y no solo las espinas).


De girasoles no quiero saber. Me recuerdan a Ricardo en la playa de Luquillo, cuando íbamos y se untaba más aceite que una empanadilla. Como esa flor, que siempre busca el sol, Ricky siempre brillaba (El y solo El) mirando para otro lado -buscando atención-. Ay no. Deja eso.
Las orquídeas son Jaime (o James, como prefería que le llamaran) Tan elegante, tan fino… Caro de mantener, delicado de tocar, y se le caían los pétalos con cualquier brisita. ¡Mucho postureo y poco tallo!


Miguel es otro que me viene a la mente cuando veo una Amapola. Como esa flor que aparece de repente, bonita, misteriosa y al otro día, como si jamás hubiera existido. Un amor de una noche… y dos aspirinas.


En cuanto a las Margaritas… No, gracias. Luis me tenía arrancando pétalos: “me quiere, no me quiere…” Arrancaba tantos que dejaba las flores calvas como él. Nunca supe si me quería o si solo le gustaba ver desnudas (a las Margaritas).


Diente de león es sinónimo de Toñito. Sopló una vez… y se fue con el viento.
Soñador, ligero, y nunca echó raíces.


Como ven, he amado de flor en flor, toda la vida. Y a pesar de las anécdotas, las lágrimas, las alergias al polen y los pinchazos de espinas, no lo lamento.


Al final del día, Douglas Candelario no es el único jardinero en Puerto Rico. Jardinera también soy yo, porque riego, podo, y decido cuándo florecer y cuándo dejar ir. En esta primavera de mi vida, me doy permiso para seguir floreciendo… ¡Pero jamás en el mismo florero!
¡Nos vemos en el Home + Garden!

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