Por: Dra. Vivian Badillo
Portavoz Baby Boomers Florida
La existencia y presencia activa de un padre en la vida de un hijo resulta en un desarrollo cognitivo y emocional inigualable. El amor de un padre le brinda a los hijos una mejor oportunidad de hacer crecer su capacidad para ser tolerantes ante los momentos difíciles de la vida; manejar el estrés y las frustraciones diarias.
El amor paterno es fundamental para el desarrollo del individuo y le sirve de apoyo y guía durante toda la vida. La paternidad involucrada se ha relacionado con una mayor habilidad para resolver problemas y adaptarse.
Un padre involucrado en la vida de sus hijos actúa como un modelo a seguir para ellos y eso nunca termina, sin importar la edad. El amor constante de un padre influye tanto en la crianza de sus hijos hasta el punto de determinar cuán tolerantes y comprensivos pueden ser los últimos cuando son adultos y comienzan a tener vida de pareja.
El amor supremo de un padre es un amor generoso que sabe cuándo guiar, cuándo dejar ir, cuándo hacer presencia y que siempre guía sin tener que juzgar. Es un amor capaz de proteger del peligro a sus hijos. Les enseña lo que sabe y les indica aquellas cosas que le pueden servir y proveer bienestar. También pone límites para que aprendan a manejarse en el mundo. Es afectuoso porque es capaz de dar y recibir amor. No le tiene temor de ejercer las labores de crianza y mucho menos estar siempre atentos de sus hijos, aún cuando hayan crecido. Reconoce su vulnerabilidad y sensibilidad porque no está hecho de piedra.
A través de los años he visto cómo las personas que tienen mejor equilibrio emocional, que tienen una capacidad extrema de cuidar y amar a su familia, tienen un denominador común y es haber tenido presente la figura de un padre involucrado en sus vidas desde su infancia hasta su adultez.
Sin lugar a dudas el amor supremo de un padre hace posible que los niños se conviertan en adultos sanos y con un gran espíritu de gratitud por la vida misma.
Celebremos la vida de cada unos de los papás que engrandecen nuestro desarrollo y aunque ya no estén presentes físicamente siempre vivirán en nosotros porque han sido la esencia de nuestro desarrollo integral.