Hermanos y Hermanas, les quiero compartir una anécdota muy graciosa que nos ocurrió a mi esposo y a mí, hace unos años atrás, en la parroquia a donde asistimos.

Unos minutos antes de salir para la misa, además de maquillarme, me puse unas pestañas postizas. Durante la misa, el sacerdote le pide a todos que en el momento de la paz, que saludemos y abracemos a todos los demás. Mi esposo me abrazó muy fuerte y su cara la pegó a mi ojo, por lo que -accidentalmente- le dejé una pestaña pegada en su cachete y, a su vez, la pega de esa pestaña no me dejó abrir mi ojo. 

La música y la energía era fantástica. Mi esposo se fue por toda la iglesia con mi pestaña en su cachete y yo también me fui a abrazar a todo el mundo como si estuviese guiñando un ojo.

Cuando mi esposo regresa a donde mí, me preguntó: “Ay, ¿y que te pasa en ese ojo que está como con alergia?” 

  • Eso lo más seguro fue el perfume de alguien, respondo. 

Yo me aguanté la risa mientras le quitaba la pestaña de su cachete. El nunca se dió cuenta. 

Me dijo: “Este momento de la Paz, también me dió mucha Felicidad como a ti”. Luego de la misa, le conté lo ocurrido y le dije que estaba feliz por ambas razones. Él se empezó a reir y al mismo tiempo me decía !¡Ay Bendito!

Mirta Inés Figueroa 

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