Por: Sol Angel Castro 

Líder ministerial  

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Dicen los que saben, que en junio comienza la temporada de huracanes en Puerto Rico y desde esa fecha nos están diciendo que nos preparemos. Muchos siguen las instrucciones e inmediatamente hacen los respectivos preparativos. Otros, a veces pienso que la gran mayoría, esperamos a que anuncien el primer sistema atmosférico para salir corriendo al supermercado a comprar los suministros necesarios para pasar el temporal.  Nos aseguramos de que en el carrito de compras tengamos los potes de salchichas, de atún, las galletas que nos vamos a comer con queso y chocolate o café, la leche de cajita, agua, agua y más agua. Ah y ahora, no sé por qué, entre esos suministros de primera necesidad se añadió el papel de baño. En fin, nos aseguramos de que estaremos “apeltrechados” durante la tormenta para no padecer necesidad. 

 Lo cierto es que cuando llega el temporal, llegan también los recuerdos de otros eventos similares.  Mi mamá, por ejemplo, me contaba cómo pasó el huracán Santa Clara, en 1956, en una barraca con sus 13 hermanos y sus padres. El miedo que sintió escuchando el viento soplar, le hacía pensar que la barraca no resistiría el mal tiempo.  Igualmente, quién no recuerda el huracán Hugo, Georges y por supuesto como olvidar el gran huracán María que nos dejó huellas casi imborrables de desesperación, impotencia, ansiedad y muchos temores.  Miedo a quedar a oscuras por muchos días por falta de energía eléctrica, miedo a que nos falte el agua, miedo a perder nuestras pertenencias, sean muchas o pocas. Miedo a que la madre naturaleza haga estragos nuevamente con las lluvias. Porque, aunque hayamos presenciado otros eventos atmosféricos, cuando nos dicen “allá viene eltemporal”, es normal que tengamos miedo porque nos tendrá a la expectativa de cómo será y lo desconocido, muchas veces, nos aterr

Entonces, no sé a usted, pero a mí, me ayuda a estar tranquila y en completa paz, recordar la historia de Jesús deteniendo la tormenta en medio del mar (Mateo 8:22-25). Los discípulos, al igual que nos ocurre a nosotros, sintieron miedo, estaban aterrados cuando la barca, a causa de las olas, se comenzó a llenar de agua. Ya me los imagino pensando, hasta aquí llegamos, nos vamos a hundir. Sin embargo, de repente, recordaron que no iban solos en la embarcación, había alguien más con ellos en medio de la turbulencia, solo que la ansiedad que estaban experimentando en ese momento les bloqueaba el pensamiento y se olvidaron de que Jesús los acompañaba. ¿No le ha pasado eso antes? 

Pues, por eso te escribo, para recordarte, que cuando nos anuncien el próximo temporal, nos preparemos con los suministros necesarios, pero también incluye en tus medidas de emergencia una lista de canciones que te recuerden cuán grande es nuestro Dios, cómo nos acompaña en la tormenta, cómo detiene la tempestad.  Escribe en un papel versos bíblicos que te aumenten la fe, te den esperanza y la certeza de que nuestro Padre Celestial, nos acompaña no importa cuál sea tu tormenta.  De esta manera, cuando se acerque el tiempo difícil, no te pase como a los discípulos, que olvidaron que estaban acompañados por Jesús. 

Te invito a que cuando vuelvan a decir “allá viene el temporal” en vez de cantar qué será de mi Borinquen cuando llegue el temporal. Cantes mi Borinquen es cuidado por el que detiene el temporal, por eso tendré paz, en medio de la tormenta.   

¡Dios te siga bendiciendo!