Al desnudo…
Les cuento que yo trabajaba en el Tribunal de Caguas. Cierto día mi esposo me deja al frente y eso estaba repleto de gente, quienes estaban comprando comida en una guaguita y otros muchos más que entraban y salían del tribunal, como empleados y visitantes.
Al bajarme del carro sentí algo flojo, pero seguí caminando. Unos pasos más y mi enagua que cae al piso. ¡Qué bochorno! Yo miro a mi esposo y él con la cara bien seria. A mi lo que me dio fue un “mal de risas”. Me doblé con la poca dignidad que me quedaba, recogí la enagua y seguí caminando. Nunca pregunté si algún compañero me vio pero tampoco quiero saber.
CB
El loquito de la plaza
¿Quién no ha pasado bochornos en esta vida? Y más las personas de nuestra adorada edad.
Uno que nunca olvidaré ocurrió cuando estaba en la Escuela Superior. Mis amigas y yo siempre caminábamos desde la escuela hasta la Plaza de Recreo de Caguas. Una tarde llegamos a la plaza y viene este muchacho, que no sé de donde salió, me coge del brazo de imprevisto y me dice:
-Mi amor yo te quiero y quiero estar contigo.
Yo quedé en shock y sorprendida porque jamás en mi vida lo habia visto, o sea, no tenía idea de quien era. Mis amigas se quedaron tan sorprendidas que no hicieron nada, simplemente me miraban como diciendo, qué pasa aqui. En esas estuvimos unos minutos porque yo seguía insistiéndole que me soltara, que no sabía quién era, hasta que por fin, parece que se cansó de yo estarlo empujando constantemente para que me soltara.
Ese fue para mi un bochorno del que jamás me olvido. Imagínese, en plena Plaza de Recreo, frente a mis amigas y muchas otras personas desconocidas.
C.C
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