En Puerto Rico, cuna de mujeres bellas, más de una es capaz de iluminar un espacio con su sola presencia. Hay otras que además de lo visible, irradian energía. Comparten su luz, más allá de lo que su apariencia ofrece, haciendo sentir a los demás, seres igualmente especiales. Yizette Cifredo es una de ellas. Comunicadora social, presentadora, conferencista, coach y empresaria… Pero, más allá de los títulos, es una mujer de valores firmes, una eterna aprendiz que no se guarda el conocimiento que cultiva, una madre presente y una voz que inspira.
Su rostro refresca la televisión local, funge como directora nacional el Miss Universe Puerto Rico y en su rol de empresaria dirige proyectos de impacto social, que le permiten alzar la voz por la dignidad humana. En esta etapa, Yizette abre su corazón para hablar desde otro lugar: El de la mujer que se sostiene en espíritu, que honra su vulnerabilidad y que transforma su historia en palabras que abrazan.
En esta conversación también revela detalles de su próximo libro y regala con sus palabras, inspiración a todas las mujeres, sin importar su generación.

1. Vivimos en un país donde la fe es poderosa, pero también hay desilusión y escepticismo. A propósito de la Semana Santa, ¿Has tenido momentos en los que dudaste de Dios, de la fe… o incluso de ti misma? ¿Cómo volviste a creer? La duda es muy humana, es parte de la mente. Y sí, he dudado de mí y también de mi fe. Aunque siento que vivo con una certeza espiritual bastante sólida, no estoy exenta de momentos en los que me he sentido desconectada o confundida. Volver a creer, para mí, no es un acto repentino. Es un proceso de presencia. De hacer silencio, soltar el ruido, y reencontrarme con lo esencial. No siempre se trata de hacer más, sino de soltar. Soltar expectativas, juicios, distracciones… y dejar espacio para volver a sentirme sostenida por algo más grande que yo.

2. Se habla mucho de la presión estética en los medios. ¿Has sentido presión por mantener una imagen o ser “relevante” después de los 40? ¿Te has rebelado contra eso de alguna manera? Debo decir que sí he percibido —y recibido— la presión de mantener cierta imagen física. Pero no me siento presa de esas expectativas. Vivimos en una sociedad que constantemente mide, compara y etiqueta según la apariencia, como si envejecer fuera algo a lo que debiéramos temerle… o huirle. Pero hasta ahora, no he sentido la necesidad de seguir tendencias para cumplir con lo que se espera. El cuidado que tengo con mi apariencia no nace de una presión externa, sino de un amor interno. Lo hago porque me gusta, porque me hace bien, porque es parte de quien soy… y de cómo me habito.

3. Como comunicadora, conferencista y figura pública, ¿te ha tocado enfrentarte a críticas o juicios que hayan puesto a prueba tu espiritualidad y tu amor propio? ¿Qué es lo que más te ha dolido… y lo que más te ha fortalecido?
Creo que es natural del oficio de ser comunicadora, conferencista y figura pública enfrentarte a críticas y juicios. Pero más que poner a prueba la espiritualidad o el amor propio, lo que hacen es activarlos, ponerlos a trabajar. Me he preparado para que, en momentos clave, pueda contar con esas herramientas emocionales.
Y aunque, gracias a Dios, mi carrera ha estado centrada en mi trabajo y vocación, lo que más me ha dolido —y a la vez fortalecido— es cuando se dice algo negativo que no es cierto. Duele… pero también es bonito ver cómo quienes te quieren bien, saben discernir. Y eso fortalece el vínculo. Lo que se construye con autenticidad y constancia, siempre encuentra su lugar.

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4. Hay quienes dicen que el papel de la mujer madura en Puerto Rico ha sido encasillado en el cuidado y sacrificio hacia la familia. ¿Qué opinas de ese estereotipo y cómo has trabajado tú para romperlo?
Sí, aún batallamos con el estigma de la mujer como cuidadora y responsable del sacrificio familiar. Especialmente cuando se trata de mujeres maduras, se asigna un rol casi automático: el de sostener, ceder, cargar… como si fuera un destino obligatorio o inevitable. Y aunque cuidar no es un problema —porque cuidar también es un acto de amor— lo que sí es un problema es que se nos imponga.
En mi vida, romper con ese estereotipo ha sido un ejercicio de conciencia, de límites, de priorizar mis pasiones, mi salud emocional y mi propósito. Y aunque a veces la culpa aparece —porque el condicionamiento cultural es fuerte— elijo constantemente recordarme que mi valor no está solo en lo que doy, sino también en cómo me sostengo.

5. Si pudieras tener una conversación sin filtro con la Yizette de hace 20 años, ¿qué verdades difíciles le dirías sobre el amor, la maternidad o la vida después de los 40?
A esa Yizette de hace 20 años le diría que no todo va a salir como lo soñó… y muchas cosas sí. Que la vida es todo: lo que espera y lo que no. Pero que lo más importante es cómo asume cada experiencia y se permite evolucionar.
Le diría que el amor es la fuerza mayor, y que cuando el miedo, el dolor o la indignación estremecen… el amor sana y salva. Que conozca de primera mano esas fuentes de amor.
Que la maternidad es uno de los proyectos de vida que más intimida… y más eleva. Que es la oportunidad de vivir desde la humildad, para acompañar y potenciar una vida, mientras potencia la suya.
Y que la vida después de los 40 es, precisamente eso: vida. Llena de colores y posibilidades. Que los años suman experiencia y, en el mejor de los casos, sabiduría.
Que no le tenga miedo al miedo ni a lo incómodo. Y que no le pierda nunca las ganas de vivir.

6. Celebremos a las madres por adelantado, hablando de tu próximo libro, que lanzas en este mismo mes, que nació tu hija Eva… ¿Qué ofrecerá tu publicación a las mujeres, a las madres, a la sociedad en general? ¿Dónde se podrá adquirir el libro después de su publicación?
Escribir es mi manera de reflexionar, aprender, ver el mundo, cuestionarme… y hasta sanar. Por eso, mi libro es una especie de “parto emocional” que nace del deseo profundo de compartir lo aprendido —y lo desaprendido— en el camino. Coincide con el mes en que nació mi hija Eva, mi maestrita, y no lo veo como casualidad. Porque, así como ella me transformó la vida, este libro también lo ha hecho.
Es una invitación a mirarnos. A sentirnos acompañadas. A nombrar lo que muchas veces callamos. Y aunque resuena con las mujeres y las madres, su mensaje toca a toda persona dispuesta a reflexionar y reconectar con su humanidad. Humildemente, comparto cada una de las reflexiones como una manera de abrazarnos y validarnos. Mi deseo es que sea de bienestar para quien tenga el libro en sus manos.
Ya está disponible en The Bookmark, Walgreens, Walmart, y muy pronto también en Amazon.

La ñapita de Yizette…
Café o Té: Café
Netflix o Libros: ¡Los dos!
Oración o Meditación: ¡Ambas! ¡Conexión Divina!
Playa o Montaña: Todo lo que sea naturaleza
Conservadora o Atrevida: En la vida atrevida y en la moda conservadora

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