Cuando soplan vientos huracanados, yo soy la primera en agarrar tres cajas de agua. ¡Ay sí! Ya tengo un sistema muy bien estructurado, gracias a la experiencia de Hugo, George, María, Irma y hasta por el huracán boricua Maripily, cuando arrasó en La Casa de los Famosos. Con esto quiero decir que, entre ciclones y farándula, nada se me escapa.
Cuando le tocó el turno a Ernesto, seguí al pie de la letra mi propio manual. Como siempre, yo ya tenía mis provisiones listas: agua, baterías, comida enlatada, y, por supuesto, papel toalla, porque no hay desastre natural que se pueda enfrentar sin él.
PERO, los años que pasan, pesan y pisan, me llevaron a cometer un error de novata: ¡me faltaba el café! Así que, como toda puertorriqueña que se respeta, agarré mis chancletas, y salí al supermercado.
Cuando llegué, descubrí que el apocalipsis había comenzado; por lo que hice lo que cualquier mujer sensata haría en mi situación: corrí hacia la góndola del café.
En mi camino veo un carrito “desatendido”, con varios paquetes de papel toalla… y se me ocurrió que sería una buena idea tomar uno; porque, aunque tenía en casa varios rollos, en Puerto Rico nunca se sabe cuánto vamos a durar en estado de post emergencia, sin agua, luz, ni demás familiares. Bajo este pensamiento, decidí tomar tres rollos y me fui rapidita a la caja más cercana, no fuera cosa que el carrito aquel tuviera por dueño, un boricua alborotado por el terror pre tormenta.
¡Lo logré! Llegué airosa a mi casa con más papel toalla del que podía almacenar. Ahora sí. Ahora sí que la CA…
Carga mental se hizo pesada, al descubrir que con la adrenalina de comprar papel toalla y pasar desapercibida, había olvidado que mi verdadero objetivo era el café.
Me sentí tan frustrada que mi columna de hoy viene con moraleja:
“En medio del caos, no permitas que nada te distraiga de lo importante, o sea, del café”.
Y tú, ¿Tienes suficiente café o estás esperando el próximo anuncio de tormenta?