Me animo a escribir este bochorno porque hace 5 años que nos mudamos del residencial donde vivía con mi esposo; y no sé mucho del paradero de mi vecina del piso de arriba; pues fue con ella que pasé tremenda vergüenza.
Ella y yo teníamos buena relación aunque no éramos íntimas. Una mañana nos encontramos, yo llegando del mercado. La noté muy decaída y la invité a pasar. Mientras guardaba los potes y latas, ella me confiesa que el esposo le estaba pegando los cuernos con una muchachita joven que cuando ella se iba a trabajar la metía en la casa. Se puso a llorar y yo empecé a consolarla: “No, no te lleves de chisme, que la gente habla mucho”, etc, etc.
En eso, mi marido sale del baño y antes de llegar a la sala, empieza a decir bien alto: “Oye, Milagros, ¿pero ¿quién será esa muchachita flaca que viene casi todas las tardes al apartamento de arriba?
La cara de ella se desfiguró y yo no sabía si llorar con ella o ponerle el divorcio a mi esposo, por hablador.
Cada vez que paso por los frentes del residencial recuerdo ese día con demasiado bochorno.
Milagros P.
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