Si les cuento que de viuda pasé a ser la soltera más codiciada… ¿Me creerían?
Desde que murió mi esposo y tuve un intento fallido con un viejo amor, no me animo a iniciar una relación seria.
Disfruto ir al casino con Luciano, pero también caminar al atardecer por el viejo San Juan, con Pedro -mi antiguo médico generalista-.
Tomo café con los “muchachos” del grupo de oración y no barajo una invitación a bailar.
Digamos que he descubierto los sabores de la vida probando todas las opciones del menú.
Pero como no hay rosa sin espina, además de despertar la pasión por lo inalcanzable (o sea, yo); provoqué celos entre las viudas más recatadas y conservadoras, que no salen solas en público con el pretendiente.
Les cuento: Ayer estaba sentada en mi balcón cuando recibí una notificación de mi celular. Era Luciano, etiquetándome en una publicación de Facebook para el viaje a Punta Cana que será en octubre con los productores del Baby Boomers Expo. Me emocioné hasta que vi que en el in box tenía una invitación más formal de parte de Pedro…. Dos invitaciones un solo viaje. Decido ignorar ambas, y se lo cuento a Amanda (quien lleva 5 años sola). Me abrió los ojos y me afirmó:
“¡Imagino que les dijiste que no!”
– Ese no es mi problema, le digo. El asunto no es ir… es CON QUIEN IR.
Para hacerles el cuento corto, ella está ofendida por mi disposición a irme con un “amigo” a Punta Cana. Pero más ofendida estoy yo, de que en vez de cultivar su finca, anda cuidando la mía.
Ella que siga viendo la novela de las 7, que yo me voy a filmar mi propia historia, en Punta Cana y de película.