Para los que no saben o no se acuerdan -hace más de un año-, cuando empezó la cuarentena, yo me reencontré con un viejo amor. Durante meses estuvimos conectados por teléfono y redes sociales; pues el vive en Orlando y yo en Puerto Rico. Retomamos lo pendiente y nos vimos el año pasado, en el 2021. Fue tierno, fue apasionado. Fue sutil, fue intenso. Fue pasado y fue presente. 

Al final, decidí dejarlo como un capitulo de mi vida que estuvo incompleto. Lo termine de “escribir” y puedo pasar página y vivir  una nueva historia.  Estoy en paz con mi decisión que nadie entiende. Solo Magaly, mi mejor amiga…

El otro día fuimos al Casino, con $60 dólares cada una en la cartera. 

En la primera máquina gané $5 dólares. 

Me tomé un vaso de vino y agarré confianza. Perdí $20. Me paré y me fui a otra área. Al lado de un señor bastante mayor que yo. Me mira de reojo. Sigo en lo mío.

  • “Joven”, me dice. Si se queda ahí sentada se va a llevar el JackPot.
  • ¿Ah si?, contesto 
  • Es que yo traigo buena suerte, dice con picardía.

Me morí de risa. 

Resulta que gané $40, mientras escuchaba los esfuerzos de Frank -así sea llamaba- por sacarme información y mi número de teléfono. 

Confieso que me sentí halagadísima. 

Decidí irme antes de perder lo ganado y me despedí del simpático compañero de juegos. Magaly estuvo observando todo el tiempo. Un ojo en la máquina y el otro en mi. Cuando nos montamos en el carro me dice: 

“Tu estás muy feliz y no es por los $40 que ganaste”.

¡Adivinaste!, contesté. 

“La libertad me hace feliz”