Por: Suny Vasquez, CTACC

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De jóvenes repetimos esta frase: “Los seres humanos nacen, crecen, se reproducen y mueren”, y cuando terminamos la secundaria, no la dijimos más, pero el hechizo tuvo efecto y fuimos programados de por vida a creer que después de reproducirnos, morimos. 

Entonces iniciamos nuestra vida de adultos, disfrutando, en la mayoría de los casos, de nuestra salud y renovada independencia.  Conseguimos trabajo, algunos creamos familia y otros decidimos por la soltería.  De repente llegamos a los cincuenta y vemos que ya no somos tan jóvenes, recordamos entonces cuál tal hechizo, aquello que aprendimos de juventud: El ser humano nace, crece, se reproduce y muere, y nos embarga la nostalgia de aquello que creemos perdido.  

Hoy te reto a pensar diferente. Los años dorados son en realidad los años anhelados . Mientras trabajabas y cuidabas de tu  familia, soñabas con el día de  tu retiro y cómo ibas  a vivir tu vida.  Eran esos sueños los que muchas veces hacían llevadera una ardua faena. 

Hoy te digo que la biología se equivocó, y que el ser humano es capaz de recrearse a cualquier edad; que el cerebro crece continuamente, y que lo único que no controlas es tu edad cronológica; pero tu cuerpo actuará de la manera y de la  edad que tú le instruyas.  

Entonces, aprovecha la primavera época de renovación y nuevos comienzos y lánzate a vivir todas aquellas cosas que dejaste para después y que quizás olvidaste que querías hacer. Si has hecho todo lo que querías, entonces imagina algo nuevo, vuélvete curioso por la vida y explora. Eres libre como en los años de tu niñez. Aprovecha esta oportunidad para vivir tu vida a plenitud y haz como las abejas y sácale el néctar a la flor de la vida y vive con pasión, gusto y alegría hasta el último segundo.  Es un honor y privilegio llegar a tu edad. Valora este honor y privilegio viviendo tu vida a plenitud y con tu ejemplo enséñales a los demás como se disfrutar la vida. Como diría Jose Saramago:

¿Qué cuántos años tengo?

¡Eso!… ¿A quién le importa?

Tengo los años necesarios para perder ya el miedo

y hacer lo que quiero y siento!!.

Qué importa cuántos años tengo.

o cuántos espero, si con los años que tengo,

¡¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!